La revista inglesa The Economist se sorprende por los datos sobre la desalfabetización en el mundo pero particularmente en los países más ricos del mundo. ¿Puedes leer tan bien como un niño de diez años? ¿El mundo se está volviendo más tonto?
Los datos publicados el 10 de diciembre por la OCDE (Organization for Economic Co-operation and Development), sobre un trabajo realizado en un club de países mayormente ricos, sugieren que esto puede no ser solo una percepción.
Cada diez años, la OCDE pone a prueba a adultos de diferentes países del mundo con simples exámenes de números y palabras.
Las preguntas que plantean las pruebas no son acertijos abstractos y tampoco pruebas de ortografía o aritmética mental.
Los problemas que se les plantea a personas de 16 a 65 años son muy parecidos a los que uno se puede encontrar en la vida diaria, ya sea trabajando en una fábrica u oficina, o simplemente tratando de entender las noticias.
Este año, las últimas pruebas se llevaron a cabo en 31 países ricos, y sus hallazgos son realmente inquietantes.
Los resultados obtenidos sugieren que una quinta parte de los adultos no se desempeña mejor en matemáticas y lectura de lo que podría esperarse de un niño de primaria o para ser más precisos, uno de más o menos 10 años de edad.
Eso no es todo, las conclusiones del trabajo son todavía menos alentadores.
Por ejemplo, en matemáticas, durante los últimos 10 años las puntuaciones promedio han aumentado en algunos lugares pero más o menos en la misma cantidad de países esos promedios han caído.
En alfabetización es peor, muchos más países han visto caer sus puntuaciones que avanzar, a pesar de que los adultos tienen más y mejores calificaciones educativas que nunca.
El cambio demográfico ofrece alguna explicación. Los nuevos inmigrantes a menudo luchan con un nuevo idioma. Los nativos tienen cerebros envejecidos. Pero incluso después de ajustar por esto, las tendencias siguen siendo sombrías, especialmente en alfabetización.
Algunos especulan que Netflix, los videojuegos y las redes sociales están disminuyendo la agudeza mental.
Es igualmente probable que los sistemas educativos y de capacitación hayan fallado. Estos resultados decepcionantes merecen más atención de la que probablemente recibirán por parte de los gobiernos.
La numeración y la alfabetización básicas son causas curiosamente muy poco populares—especialmente cuando los adultos carecen de ellas. Los estudiantes de educación prefieren debatir sobre cómo enseñar «habilidades blandas» que están de moda.
El bombo alrededor de la inteligencia artificial generativa no ayuda: insistir en la importancia de las tablas de multiplicar parece aún más anticuado cuando los robots hablantes prometen hacer todo el trabajo duro.
Sin embargo, un siglo de agitación tecnológica no ha reducido la demanda de personas que son buenas con los números o que tienen habilidad con las palabras. Los adultos que obtienen malas calificaciones en las pruebas de la OCDE ganan mucho menos que aquellos que las aprueban con éxito.
Claro, también tienen peor salud, están menos satisfechos con su vida, confían menos en los demás y son más propensos a sentir que no tienen voz en la política.
En muchos países, la brecha en habilidades entre los adultos más y menos capacitados está ampliándose (no porque los más inteligentes estén mejorando, sino porque los menos capaces están empeorando).
A gran escala, tales tendencias no conducen a nada bueno.
Entonces, las ONG’s y los Gobiernos se preguntan: ¿Qué hacer?
La respuesta es obvia y, claro, muy lógica. Mejorar la educación para niños es la forma más segura de crear adultos más capacitados; los gobiernos deberían comenzar por ahí.
Los adultos en Inglaterra han subido en la tabla de clasificación de la OCDE, principalmente porque los más jóvenes (de 16 a 24 años) están obteniendo mejores calificaciones que antes. Eso puede reflejar reformas que han dificultado los exámenes para adolescentes mayores y han comenzado a requerir a los jóvenes que fracasan volver a intentarlo.
En Estados Unidos, donde el desempeño ha sido bastante malo, los estados están eliminando pruebas que anteriormente se utilizaban para determinar quién se graduaba de la escuela secundaria. Las calificaciones allí están inflándose sin control.
La segunda tarea es aceitar sistemas chirriantes para educar a adultos. Estos ofrecen segundas oportunidades a quienes abandonan; también sirven a personas que cambian de carrera y ayudan a integrar a inmigrantes.
Sin embargo, los políticos les asignan presupuestos miserables, en parte porque subestiman lo complicado que es lo que se les pide lograr.
Las personas con las habilidades más débiles tienden a tener menos tiempo y dinero para mejorar. Son menos propensas a asistir a clases para adultos o recibir capacitación, aunque son las más necesitadas.
En demasiados lugares, una manía por las universidades ha dejado escapar fondos y enfoque de todos los demás tipos de lecciones que podrían ofrecerse a personas mayores de 18 años.
Es un hecho, los títulos están perdiendo significado: la OCDE ha encontrado que incluso algunos graduados universitarios obtienen puntuaciones en numeración y alfabetización que podrían avergonzar a un niño.
Mientras tanto, las personas mayores que desean volver a clase sin embarcarse en largos y costosos cursos universitarios a menudo se encuentran con pocas y muy pobres alternativas.
Acelerar esfuerzos para solucionar todos estos problemas parece una buena idea.
Adultos con habilidades básicas bajas
En alfabetización y numeración, %
- Chile: 42
- Portugal: 27
- Estados Unidos: 21
- Promedio OMC: 19
- Inglaterra: 18
Fuente: The Economist, OCDE