La Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos y los sellos discográficos alegan que los generadores de música con IA se entrenaron con el trabajo de sus artistas sin permiso.
La industria musical acaba de declarar oficialmente la guerra a Suno y Udio, dos de los más destacados generadores de música mediante inteligencia artificial (IA). Un grupo de sellos discográficos, entre los que se encuentran Universal Music Group, Warner Music Group y Sony Music Group, presentó el lunes por la mañana demandas ante un tribunal federal de Estados Unidos alegando infracción de derechos de autor a “escala masiva”.
Los demandantes solicitan una indemnización de hasta 150.000 dólares por obra infringida. La demanda contra Suno se interpuso en Massachusetts, mientras que el caso contra la empresa matriz de Udio, Uncharted Inc. se inició en Nueva York. Suno y Udio no respondieron inmediatamente a nuestra solicitud de comentarios.
Udio es una IA de música que compone literalmente lo que le pidas al instante
Udio parece brillante pero continuará desarrollando su modelo de aprendizaje para entregar resultados de alta calidad.
Obras protegidas para el entrenamiento de generadores IA de música
“Los servicios sin licencia como Suno y Udio, que sostienen que es ‘justo’ copiar el trabajo de toda la vida de un artista y explotarlo en beneficio propio sin consentimiento ni remuneración, hacen retroceder la promesa de una IA auténticamente innovadora para todos nosotros”, declaró en un comunicado de prensa Mitch Glazier, presidente y CEO de la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA, por sus siglas en inglés).
Las compañías no han revelado públicamente con qué entrenaron a sus generadores. Ed Newton-Rex, exdirectivo de IA que actualmente dirige la organización sin fines de lucro Fairly Trained, dedicada a la ética de la inteligencia artificial, escribió mucho sobre sus experimentos con Suno y Udio; Newton-Rex descubrió que era posible producir música “muy parecida a canciones protegidas por derechos de autor”.
En las demandas, los sellos discográficos manifiestan que, de forma independiente, fueron capaces de inducir a Suno a producir resultados que “coincidían” con obras sujetas a derechos de autor de artistas que iban desde ABBA a Jason Derulo.
Un ejemplo proporcionado en la denuncia describe cómo las discográficas generaron en Suno canciones extremadamente similares al éxito del rock de Chuck Berry de 1958 “Johnny B. Goode” utilizando instrucciones como “rock and roll de los cincuenta, rhythm & blues, blues de 12 compases, rockabilly, vocalista masculino enérgico, cantante guitarrista”, junto con fragmentos de la letra de la canción.
Una de las piezas reproducía casi exactamente el coro de “Go, Johnny, go”; los demandantes adjuntaron transcripciones de las partituras, una al lado de la otra, y argumentaron que esa coincidencia solo era posible porque Suno se había entrenado con obras protegidas por derechos de autor.
La demanda de Udio ofrece ejemplos similares, destacando que las discográficas lograron generar una docena de productos parecidos al permanente éxito de Mariah Carey “All I Want for Christmas Is You”. También ofrece una comparación de la música y la letra, y señala que los imitadores de Mariah Carey generados por Udio ya han llamado la atención del público.
Ken Doroshow, director de asuntos jurídicos de la RIAA, sostiene que Suno y Udio intentan ocultar “el alcance total de su infracción”. Según la denuncia contra Suno, la empresa de IA no negó que empleara materiales protegidos por derechos de autor en sus datos de entrenamiento cuando se le preguntó previamente al litigio, sino que manifestó que estos representan “información comercial confidencial”.
“Nuestra tecnología es transformadora; está diseñada para generar resultados completamente nuevos, no para memorizar y arrojar contenidos preexistentes. Por eso no permitimos instrucciones al usuario que hagan referencia a artistas concretos”, destacó Mikey Schulman, CEO de Suno, en un comunicado.
“Habríamos estado encantados de explicar esto a las discográficas corporativas que presentaron esta demanda (y de hecho, intentamos hacerlo), pero en lugar de entablar una discusión de buena fe, han vuelto a sus viejas estrategias guiadas por los abogados”.
Cantantes y grupos latinos, como Banda El Recodo, Banda El Limón, Danna Paola y Espinoza Paz, se suman a la iniciativa. Son más de 200 artistas quienes reconocen los peligros que supone la nueva tecnología como sustituta de su trabajo en la música.
Grabaciones auténticas contra composiciones sintéticas
Muchas empresas líderes en IA generativa están sometidas a un intenso escrutinio por la forma en que entrenan sus herramientas. Es habitual que estas compañías argumenten que están protegidas por la doctrina del “uso legítimo”, que permite la infracción en determinadas circunstancias.
Queda por ver si el sistema judicial estará de acuerdo; los principales agentes, como OpenAI, ya se enfrentan a multitud de demandas por infracción de derechos de autor interpuestas por artistas, escritores, programadores y otros titulares de derechos.
No es la primera vez que las discográficas se enfrentan a empresas de IA. El año pasado, Universal Music Group (UMG) entabló una demanda por derechos de autor contra Anthropic, alegando infracción de derechos de autor por entrenar sin permiso a su chatbot Claude con las letras de los artistas.
Pero este nuevo conjunto de casos es llamativo porque se refiere tanto a la música como a las letras de las canciones, que suelen tratarse como cualquier otro texto escrito en el ámbito jurídico.
Esto no significa que las discográficas se opongan totalmente a la inteligencia artificial. De hecho, muchas están trabajando simultáneamente en proyectos con compañías de IA; UMG, por ejemplo, acaba de anunciar una asociación con la startup de clonación de voz SoundLabs.
La cuestión aquí es lo que consideran una apropiación de la propiedad intelectual sin una compensación comercial.
La industria musical sigue atormentada por el espectro de Napster, y el auge de la música generada por IA introduce varias posibles amenazas competitivas a sus modelos de negocio; en estos momentos, por ejemplo, nadie en una discográfica cobra regalías por una canción generada por IA de Sudo o Udio, aunque se parezca a su obra.
“Los resultados musicales sintéticos saturarían el mercado con contenidos generados por máquinas que competirían directamente con las grabaciones sonoras auténticas sobre las que se basa el servicio, las abaratarían y, en última instancia, las eliminarían”, alegan las discográficas en su demanda.
Las denuncias subrayan el creciente consenso en la industria musical de que la concesión de licencias es la única forma adecuada de avanzar. “Hay margen para que la IA y los creadores humanos forjen una relación sostenible y complementaria”, indica la denuncia de Suno.
“Esto puede y debe lograrse mediante el mecanismo consolidado de la concesión de licencias en el mercado libre, que garantiza el debido respeto a los propietarios de los derechos de autor”.